LuismNieves  

 

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Luis Nieves Sánchez

 

luismnieves@aol.com

Memorial a la Primera Iglesia de Puerto Rico

Palabra y Obra Viva en Borinquen

Católica, Apostólica y Puertorriqueña

La Fe

   ¡La fe es la que salva! ¿Qué lindo? Así cualquiera. Tantas tempestuosas épocas que ha vivido el hombre. Tiempos de paz y de guerra, de reconcilación y de recriminación, de progreso y de fracaso. Tiempos que pudieron haber acabado con la raza humana. Tiempos que de verdad probaron la voluntad y el coraje del hombre. Tiempos donde lo único que salvó al hombre de la penumbra fue su fe. La visión de nuestro Señor Jesucristo extendiendo su mano, brindándonos una sonrisa, abrazándonos, llenándonos de su calor, su amor y su pureza.

   La fe, sombrilla del pobre, alivio del agobiado, esperanza del enfermo. Esa fe que puede iluminar a los ciegos, transportar a los lisiados y calmar a los penitentes, es una vía en ambas direcciones. Es privilegio y responsabilidad. La comprobación de tu fe consiste en haber aprobado las dos. Decir que crees, gritar tu amor por Cristo, asistir a las celebraciones ecuménicas y golpearte el pecho, saberte los himnos y textos y montar cara de transfigurado son muy lindas. Pero la prueba de tu fe viene de tus acciones. Es muy sencilllo. Como dicen. ¡Con la boca es un mamey!

   Por más que te presignes, por más velas que prendas, por más rosarios que tengas en tu colectes, por mas himnos que cantes y por mas oraciones que digas, no llevas la fe de la que habla Jesús hasta que lo complementes con tus obras. Si fuera así, te enviábamos un video y yá. La verdadera medida de la fe en tu Dios consiste en como llevas su palabra. Tus acciones y quehaceres, tus luchas y alegrías, tus triunfos y amarguras tienen que estar llenos de la doctrina de vida que nos enseñó Jesús. ¿Para qué crees que nos las trajo? Para comprender las películas de las Pascuas, no fue. Para recitar cada versículo de la Biblia, tampoco. Para que tuviéramos una respuesta ensayada para cada circumstancia, menos.

   Tener fe en Jesús es querer hacer la obra cristiana que tanto rogó que hicieramos. Por causa de nuestra debilidad humana, tuvo que morir para poder despertar el espíritu de las masas de esa época quienes vivían acostumbrados al abuso en contra del humilde. Tremendo sacrificio, pero tremenda causa. No nos enlvolvamos en la estética. Las velas, las imagenes y las fiestas son preciosas, pero si nos olvidamos de su razón de ser, la razón primordial de amar a Jesús y vivir con él, nos volvemos católicos mecánicos, aburridos y marginales.

   En el día de hoy, hay que demostrar, no sólo cantar. Hay que dar el ejemplo de lo maravilloso que se siente viviendo junto a nuestro Salvador. Un gozo que no se consigue en ningún lado. No se puede comprar, ni regatear. Sólo se consigue con Cristo en tu corazón y sus enseñanzas en tu mente. Muchos se olvidan que Jesús nos pidió que nos amáramos, cuidaramos de nuestros hermanos, hiciéramos reverencia al Padre, recordáramos a su Hijo y lleváramos su palabra a otros. Esto último es donde más fallamos. Pero dando ejemplo, ayudando en tu parroquia y siendo más activo en el pastoreo, se puede hacer más.

   Si de verdad tienes fe, tienes que empapar tu vida y la vida de los demás con el dulce amor de Jesús. Todas tus obras tienen que tener ese "saborcito cristiano." El trato a tu gente y a los desconocidos tiene que venir acompañado de la preocupación y misericordia que tuvo Jesús con nosotros. Tienes que ocuparte de las necesidades civiles, económicas y espirituales de tu pueblo. Si hubiera mas Cristo en el gobierno, en la comunidad, en las escuelas, en la prensa, en la TV, en los partidos y en los círculos de influencia del país, se eliminaba tanta falta de respeto, tanta crasedad y tanta calumnia. Recuerda, no hablo de inundar a los medios y la calle con misas, pero sí con el calor de Jesús.

   Sabemos que no es fácil. El ánimo, el cansancio, las preocupaciones, la repetición, la rutina y las tormentas que a veces nos azotan nos pueden tornar duros y egoístas, débiles y resignados. Pero hay que sobreponernos a las molestias menores que nos acechan. Recuerda Cristo dió su vida por cambiar al mundo. No te pedimos tanto. Pero poco a poco, y entre todos podemos hacer de esta Isla preciosa, un paraíso social y espiritual, no sólo natural. Muchas de las pugnas de esta sociedad en que vivimos son minúsculas comparados con las tragedias personales que nos llegan de tiempo en tiempo.

   Tu vida es tu vida, vívala como te dé la gana. Pero si te crees que un buen fronte salvará tu alma, te equivocas. Podrás engañar a algunos, pero no a todos. Sabrás que serás juzgado por tu acción y tu inacción. Tu colección de amuletos y tus conocimientos de la Biblia, no harán gran cosa cuando tengas que hacer inventario de tu vida. Si eres vil o desinteresado entre misas, tu redención será igual. Vivir con Jesús, es vivir como él. Si quieres perder tu tiempo y el de los demás, o si insistes en hacer el teatro, allá tú. Porque serás un artista en la calle, pero en el escenario de la vida, sólo hay una estrella… Mi Jesús.                                                      Luis Nieves Sánchez, SSN