Gozo

 

   “Yo tengo un gozo en mi alma.” Todos lo cantan. Se lo saben de memoria. Lo aplauden y lo brincan. Se abrazan y se despiden. Salen de la Iglesia como río de agua viva. ¿ Y cuánto les dura ese gozo?  Esa contentura, ese sentimiento de querer y pertenecer. ¿Te dura mucho ó poco? Ese gozo que recibes al estar en la presencia de tu Dios y Salvador. ¿Cuánto, te dura la hora, el día, la semana? Estuvistes de frente a Cristo. Su imagen de Gloria y Salvación te tiene que haber tocado. Entonces. ¿Cuánto? Tu vida y la mía tiene tantos momentos, tanto tiempo para apreciar, para valorar y para meditar en lo que de verdad te hace feliz. Y si te das cuenta. Lo que de verdad te trae ese gozo, esa sensación de paz, esa sensación de encontrarte. Una sensación que te afloja las piernas y te eriza los pelos. Esa sensación del Espíritu Santo vivo, solo lo consigues viviendo la doctrina de mi Jesús.

   Cristiano sí. ¿Pero qué haces? Desde pelear por salir primero del parking y soltar el primer bochinche de tus hermanos, hasta quejarse del pastor. No le dan paso a nadie y se enredan con cuanto chofer encuentran en la calle. Ya están peleando por alguna cosa inocua que pasó durante la misa. Regañan a los nenes y le dan par de tapabocas a la pareja. La discusión para ir a comer es una tragedia. Y Dios libre que vayan. Desde donde sentarse, hasta qué pedir es una controversia ridícula. Después de par de regaños a los hijos que son su verdadera razón de existir, llegan a su casa. No su hogar, su casa. Ahí renace la retrajila que supuestamente había quedado atrás. Imagínate. El conflicto continua y se llevan esa basura al trabajo y a dondequiera que van. Infectando al país de cizaña y enfermando a todos. Todos molestos, inconformes y cobardes. ¿Para qué vuelven a su templo? ¿Para qué van? ¿Para dar el “show”? ¿Para qué alaban en su presencia la maravillosa doctrina de nuestra Santa Iglesia, si no la viven?

   Nuestra Santa Iglesia. De donde venimos. De donde sale nuestra dicha, de donde nace nuestro gozo, es sacrosanta. No se puede jugar, ni acomodar, ni se puede usar en vano. Esto es muy serio. Hacer de el sufrimiento de nuestro Jesús una conveniencia sería un pecado tan y tan abominable, que lo único que te llegaría sería la perdición. ¿Cómo te atreves? No te das cuenta. Con él lo tienes todo. Sin él estás a la interperie. A la deriva. Sin rumbo y sin fin. Algo que no se lo deseo ni al más vil de mi pueblo. ¿Porqué? No sigas afrontando la voluntad divina que solo te trae riqueza de alma, espíritu y conciencia. Esa conciencia regida por tu espíritu y sanada por la Confesión, es la que te llena el alma y es la misma que te puede atormentar o apaciguar. ¿De donde vas a sacar fuerzas para invocar al Salvador en tus momentos de angustia? ¿Crees que tu gente te ayuden? Que te brinden esas palabras tan lindas que te consuelen y te conviden esa paz que tanto deseas. Claro que nó. Eso que buscas solo viene del Todopoderoso. Punto. Nada, ni nadie te puede aplacar. Y tú lo sabes porque lo has vivido. Recuerda. Cuando te llegan las desgracias, no miras a tu lado, siempre miras al cielo.

   Nuestra vida nos conduce por tantos rumbos, da tantas vueltas y trae tantas alegrías y sinsabores que sería imposible creer que tus deseos y las de tu Creador tengan tanta divergencia. Tu eres un ser con total albedrío. Haz lo que quieras. Puedes hacer de tu vida un infierno ó hacer de tu existencia en esta tierra un aliciente para todos a tu alrededor. Si de verdad quieres gozar del maná de Dios. Esa dulzura que permeará tu vida, la de los tuyos y de los que toques, mete mano. Tú eres hombre ó eres mujer. Y si acaso se te olvidó, estás fortificado por tu fe y la misericordia infinita de tu Redentor. No el mío, ni al de la TV.  El tuyo. Eres hijo de Dios, entiéndelo. Puedes hacer Milagros. No solo en tí, pero para todos. El Señor te brindará los dones que necesitas. No los desperdicies, ni los escondas.

   Sé que el mundo te enfría, te duerme, te endurece y te quiere convencer de que nada má importa. Te hace dudar de tu verdadero amor, Jesús. Si oras. Si crees en tu precioso Dios. Sabrás cuán misterioso son sus procedures. Ahora. Si lo tienes ahí. Si tu gente y tu pueblo los tiene en su corazón. Si estás contento y feliz en su templo. Si tus Domingos son tus retiros. Alabado seas. Pero si ver a tu Dios, comer de su carne y beber de su sangre son un deber de la semana. Si tu visita al templo es tu cara al pueblo. Recuerda. La cara que quiere ver tu Salvador, es tu fachada real. Si tu pareja, tus hijos y tu gente lo cogen de pasadía, de rito o de costumbre, así mismo serán tratados cuando le lloren por las rudezas de la vida o por sus comportamientos. Ni los doctores, ni los bancos, ni el gobierno les dará tregua, ni clemencia en sus momentos de dolor. Sufrir es horrendo, pero sufrir solo es espantoso. Ustedes saben de lo que hablo. Nadie está solo. Mi Jesús los acompaña siempre. Prepárate tú. Pero tambien prepara los tuyos. Tan linda mi misa. Tanto que se aprende. Tanto que se entrega de ambas partes. Aprovecha esa Gloria De Dios. Deja que te empape y vívela. Mantén esa llama caliente y muéstrala a todos. Orgulloso de tu fe. Ir a la misa es bien poca parte del milagro Cristiano, pero hay que alabar la Eucaristía maravillosa con Dios en todas partes.

   Gracias y dichoso seas por asistir y ayudar en el templo del verdadero Dios. Tu Iglesia y sus siervos te daremos la bienvenida siempre. No dejes de venir. Tu fe te mueve y tu humanidad lo permite. Pero si ese gozo te dura una hora o dos. Si la memoria de mi Jesucristo encarnado te envuelve por un ratito, bendito. Si quieres te mandamos una foto. Te dura más. La doctrina de mi Jesús, todopoderosa, salvadora y consoladora debe trascender no solo tu vida, sino tu alma. Vivir cristianamente. Todo el tiempo. Es la receta que nos despacha nuestro Creador. Tu misa debe recargarte, inspirarte y llenarte. Ese gozo divino es el que debes cuidar, alimentar y regar. No menosprecies su abnegado sufrimiento al obviar su divinidad y su mensaje eterno. No entendistes su mandato si te lo llevas y no lo pones en práctica. Tienes que ser Cristiano en todo. Si tienes un gozo en tu alma, asegúrate que lo uses a diario. No solo el Domingo. Mi Jesús y sus maravillas están disponible siempre. En esta vida se sufre, pero tambien se goza.   

                                                                                 Luis M. Nieves Sánchez, SSN.

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