Fénix
Una de las cosas más lindas que creó Dios fueron los días. Esa maravilla cíclica marcada por los astros y desglosada por el hombre, nos dividen la vida en una serie casi interminable de batallas y pactos, alegrías y penas, suertes y desdichas, saltos y tropiezos, amores y desconsuelos. Vamos navegando un mar, encalando en puerto tras puerto, cada uno lleno de personas, experiencias y emociones. Nuestros deseos, necesidades y circunstancias llevando el timón, dirigiéndonos en las direcciones que prometen llevarnos hacia esos objetivos tan deseados. Y todo ésto al compás de la rutina diaria. Ese mar del que hablamos, esa vida que nos regaló el Señor, está repleto de lo más lindo, pero tambien de lo más feo. Por mejor cristiano o más demonio seas, tu tragedia viene. Dale por seguro que por más divina sea tu vida o por más noble tus causas, tu mesada de sufrimiento la va acompañar. Esa es la vida, no sera justa, pero es así. Nos tenemos que beber esa tasa de bendiciones y angustias a diario. Con buena cara y convicción en el corazón afrontamos al mundo y sus problemas. Ahora, de la manera que lo hacemos es lo que mide nuestra calidad humana. No hay que ganar cada batalla, pero nuestra disposición a continuar luchando es lo que define quienes somos. Algunos de estos ataques son horrendos. Batallas que parecen inganabales. Situaciones que confunden hasta los doctores y prueban la fe y el sentido común. Tragedias que asedian a los humildes, a los niños, a los rectos y a los de buena voluntad. Aberraciones de la naturaleza que pueden apagar almas y tomar vidas. Este lado oscuro de la existenca humana puede hacer de nuestras vidas un verdadero infierno que nos exprime hasta la última gota de espíritu y el ultimo bocado de aliento. Enfermedades, accidentes, anormalidades, la violencia y la droga traen consigo un plétora de agonías que pueden desfigurar el físico y la síquis por igual. No discriminan por edad, ni sexo, ni dinero y son verdaderas voragines de maldad que aparecen como la tormenta, rápidos y destructivos, dejando cuerpos y corazones mutilados y débiles. Los hospitales y asilos son verdaderas vitrinas del dolor que sufre un pueblo, víctimas azotadas por un mal natural que nunca fue invitado, ni esperado. Esos hospitales y asilos tambien son centros de compasion y caridad. Sitios donde los donativos de cariño y bondad se multiplican gracias a esos ángeles que atienden al enfermo en su lecho. Almas que a veces sufren más que los enfermos, por no poderse medicar. Aunque nos rodeamos de amigos y familiares, gente que queremos y con quienes compartimos mucho de nuestras vidas, esperar que ellos te cuiden, te ayuden y te apoyen, puede ser un sueño. No te ilusiones. Te sorprenderás con las actitudes de algunos una vez que ya no le sirves. “Lo que un día fué, no será.” Al no encontrar tu atractivo, te desechan como un juguete roto. No son muchos, pero las historias de olvido y abandono son realmente asombrosas y alarmantes. Pero gracias al Todopoderoso, llegó Jesús al mundo. Cristo y su Palabra nos enseñan una formula de vida cristiana que te preparará para enfrentar cualquier enemigo, microscópico o gigante. Confiando en su infinita misericordia todo se te hará posible. Cuando más oscuro esté y por mas negro parezca el futuro, su luz segadora alumbrará tus caminos y tu mente. Tu fe en tu Creador es la gran fibra de donde te puedes agarrar. Sus palabras dulces y su mirada confortante seran el sebo que te dará la paciencia y el sosiego durante esos momentos tan diíciles para tí y para los tuyos. Su compañía te dará la fuerza para restaurar la paz entre las victimas de la calamidad. Su sabiduria te hará entender que su voluntad no siempre viene disfrazada por la voluntad del hombre. Y su amor te traerá lo que tanta falta te hace para volver a tener fe y confianza en las cosas de Dios y del hombre. Día tras día tienes que levantarte a dar esa batalla. Por más horrible que fue el ayer, lo que importa es hoy. Cada día tienes que vestirte con tu coraza empapada del Espíritu Santo y armarte de la Palabra de mi Jesús y vivir tu vida. Pero tienes que vivirla. Si nuestro Señor te salvo de la muerte fue para que vivieras, no para que te mataras, te desesperaras, ni te encuevaras. Aprovecha esos milagros con que te han bendecido y sé ejemplo para aquellos que todavía están enfermos o perdidos. Los conozca o no. Tienes un deuda personal con tu Dios de cuidar, ayudar y apoyar su obra. Así como mi Jesús te rescató de las tinieblas, así mismo tienes que reciprocarle a sus hijos, que son tus hermanos y tu familia Cristiana. Puedes levantarte de las cenizas y con Jesús a tu lado podrás conquistar hasta la muerte. Porque para mi Señor todo es possible. Pero para tí, tu labor cristiana es primordial para tu salvación. No tienes que vivir en la Iglesia o en el Hospital, pero si tienes que ser un cristiano activo. Cuidando, ayudando y apoyando creas un mejor Puerto Rico para todos. Si crees que el pesito que diste en la misa te llegue lejos, ay bendito. Tu valor como cristiano se mide en las almas de aquellos que has tocado. Almas que necesitan de tu ayuda. Tu futuro está en sus manos...cuídalos, ayúdalos y apóyalos. Luis Nieves Sánchez, SSN. |
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