Angel

 

           “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.”  Nada tan cierto. Nada tan doloroso. El humano por naturaleza busca y busca. Trata de mejorar su caza, su estado, su situación. Usando sus experiencias, sus necesidades y sus dolores como un marco de donde poder comparar y decifrar valores y añoranzas. Ay pobre hombre. Siempre mirando lejos, en vez de valorar lo lindo de su existencia y lo hermoso de la gente que tiene a su lado. Unos viven maquinando, otros viven quejando y otros viven penando. Hay muchos elementos que los empuja a buscar algo mejor. La familia, la crianza, la gente y hasta la Iglesia misma te exhorta a prosperar. Ser y tener lo mejor es un impulso innato y natural. Buscar provecho como sea es una faceta intrínsica del hombre de hoy. El éxito moderno abarca muchos campos, con infinidad de caminos, pero siempre terminan en lo mismo, Yo.

             Pero como todo, hay esas excepciones. En cada familia, en cada compañía, en cada pueblo y en cada Iglesia existen personas que son únicas y especiales. Personas que no buscan aprovecharse de las situaciones, sino que se desviven por buscar el provecho para otros. Tú los conoces. Siempre están tempranos, siempre preparados, siempre acicalados. Están listos para apoyar, cuidar y ayudar. Alumbran todo a su alrededor y lo hacen no solo por tí y los tuyos. Lo hacen para todos, al distinguido como al humilde. Se comprometen y se matan por su prójimo, sin importar las consecuencias. Y aunque a diario terminen destrozados por tanto esfuerzo, siguen y siguen. Su fe y su convicción son tan y tan genuinas que los sinsabores y las decepciones que reciben regularmente no hacen ni huella en su alma. Un alma que batalla sin tregua y nunca descansa. Un alma con su coraza ya curada. Un alma que solo puede estar alimentada del Espíritu Santo.

             Estas personas están regadas entre las familias y las Iglesias de nuestro Puerto Rico. Estos ángeles van y vienen. Hacen su obra, y los que pudieron aprovechar su gracia y comprender su misión, terminan siendo mejores personas. Porque el mensaje de un ángel no se pierde, ni desvanece. Ahora, no trates de acapararlos. Es imposible. Así como su mensaje, son intolerantes e intransigentes. Y con razón. Sus voluntades vienen de un lugar que muy pocos entre nosotros conoce. Esos ángeles preciosos han vivido algo muy feo. Un padecer tan horrendo y sufrido, que sólo la gracia de nuestro Señor Jesucristo y su madre, la Virgen Milagrosa los pudo salvar. Los salvó por la fe absoluta que demostraron. Esa piedad que recibieron de nuestro Dios es la misma que los impulsa a ayudar a sus hermanos y a dar testimonio por doquier. Esa cruz preciosa que llevan, una cruz muy pesada y a veces mal agradecida, la llevan gozosa. Pase lo que pase, van a dar todo y a veces más de lo que pueden, porque su vida está regida por la voluntad del Todopoderoso.

             Todos tuvimos, tenemos y tendremos a estos seres en nuestros caminos. Vienen embozados de padres, madres, hijos, hermanos, amores, conocidos y extraños. Lo difícil es percibirlos. Están tan entrelazados a nuestra vida cotidiana que a veces percatar su estrella es imposible o tristemente tardío. El ajetreo, la costumbre, los compromisos y las barreras de nuestra existencia a veces hacen dificultoso aprovechar su presencia y valorar su intención. Pero tarde o temprano sabrás quienes son.

             Si tuvistes esa oportunidad de compartir y conocerlos, dichoso eres. Son la miel que nos endulza la vida, la letra que nos enseña y la espada que nos corrige. De seguro tu manera de pensar y tu amor por la vida ha cambiado drásticamente. Apovecha ese destello que entró a tu vida. Su luz y su enseñanza te ayudarán en todo. Su estampa te marcará por siempre y ojalá te traiga sosiego y paz. De lo contrario, vivirás en tinieblas. Si tu soberbia los alejó, bendito. Te sentirás por siempre culpable y arrepentido. Preso por una culpa mitigada por alguna que otra razón. Porque perder a un ángel es peor que perderte tú mismo. Valóralos. No sea que la única opción que te quede es verlos al morir. 

             Así como hay santos para tratar de emular y ángeles que nos guían, tienes que tener la voluntad y convicción de obviar la vida material y darte cuenta que tu vida solo será lo que tú quieres que sea al reciber la gloria de mi Señor y de sus ángeles. Porque tú tambien puedes ser ángel. Esto es lo hermoso de una vida cristiana. Puedes devolver el favor de amor a todos y a diario. Lo bello que se siente uno al recibir un alivio celestial es nada como la satisfacción eterna de dar y ayudar a un hermano. Brotar esas bendiciones desde tu propia fuente regará mucho más terreno y multiplicará la obra del Espíritu Santo en nuestro pueblo. Y qué dichoso serías al hacer su obra. Gloria a Dios. Si nó. Te lo perdiste. Y despues de tanta lucha y sufrimiento, pena y desengaño, perder algo que te envió tu Dios es muy, muy triste. Escúchame, por favor. Tu vida es tu asunto, y yó menos que nadie debo hablar, pero no dejes pasar bendición tras bendición, regalo tras regalo. Lo que te llegue, que venga de mi Jesús o de sus ángeles tiene que ser aprovechado, compartido y repartido. Asegúrate de poner lo mejor de tí. Las bendiciones de nuestro Cristo vienen de muchas maneras y formas, pero si te llega de sus ángeles, eres bendito y tambien comprometido. Recíbelos y adóralos. Porque el que acoge a sus ángeles, acoge a aquél que los envió.                              Luis Nieves Sánchez, SSN.                                

 

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