La Primera Iglesia de Puerto Rico

SOPLO

 

             “No dejes para mañana, lo que puedas hacer hoy.” Suena facilito. Pero nada más difícil. Hacer lo que uno debe o quiere, es nada fácil, y hacer solo lo que uno puede, comunmente le roba hasta el aliento a sinnúmero de almas nobles. Matándose uno, sabiendo que sus esfuerzos no precisamente traerán lo añorado. Una serie de trueques y negociaciones entre tú y tu mundo. Muchas veces pleitos crueles y desiguales, que sofocan y duermen. Litigios que le van comiendo poco a poco los deseos de aspirar y progresar, de amar y de sonar.

 

             El mundo y sus ocurrencias se las inventan para crear inconvenientes, desvíos, atajos y hasta unas retiradas que le pueden quitar el ánimo a cualquiera. Parece cómico. Uno tapa aquí y abre allá. Resuelve ésto y pierde aquello. Puedes vivir y morir, todo, en espacio de minutos. Y en un suspiro aparecer otra serie de trabas, retos y luchas. Todos los días algo nuevo. Increíble. Hay que darle un aplauso a ese gran plan maestro por lo variado y lo seguido. Miles y miles de cuentos y novelas que se viven a diario en nuestra Isla del Encanto. Cada una, un rompecabezas que cambia al azar, cambiando las leyes del juego, una y otra vez. Tristemente marcando para siempre los estragos de tanto conflicto en tanto cuerpo y alma, tanta mente y corazón.

 

             Multitud de aspiraciones e incontables sueños. Metas que llevamos fermentando desde la infancia. Modelos de éxito que hemos ido creando y remodelando, cambiando y justificando. Nuestras visiones son muy diversas y personales. Perspectivas que varían de persona a persona. Cada cabeza es un mundo y las diferencias infinitas. Estudiamos, trabajamos, criamos y nos guiamos por un ideal que según nuestra crianza, experiencias y anhelos prometen un gozo real o percibido. Infundidos por nuestras destrezas aprendidas o innatas, nuestra fe y nuestro estado, creamos una receta que facilitará y definirá nuestro camino a la felicidad.

 

             ¿Y que pasó durante el camino? Mejor dicho. ¿Qué nó pasó? Años de prueba y sacrificio, de gozo y bullicio, han tocado muy hondo. La vida y su biología han ido cediendo. El tiempo se ha encargado de demostrarte cuan falible es tu mortalidad. El desespero se asoma al ver esos caminos trazados, más largos y espinosos. Difíciles de caminar. Las carreras, la familia y hasta tu Iglesia se han visto afectados por tus travesías. Si no fuistes doctor, ni te casastes con uno. Si no vives donde quieres. Si no trabajas como quieres. Si no pudistes conseguir todos esos juguetes preciados. Tranquilo, no vivas inconforme. No eran para tí. Ahora, si no aprovechastes los regalos del Padre. Si desatiendes a tu cría. Si tu moda y tu ego superan tu intelecto. Si te quejas y maldices. Si defraudas a los tuyos. Si calumnias a todos. Si vives amargado. Si riegas tu malestar por doquier. Si le pides cuenta a tu Dios en vez de agradecerle. Si se te perdió el camino y no has vivido la Palabra de nuestro Señor Jesucristo puedes echar a perder años y años de vida, que ahora sabes son muy limitados.

 

             Todavía estás a tiempo. Puedes vivir alabando en vez de maldiciendo. Enseñando en vez de criticando. Regalando en vez de comprando. Dando ejemplo en vez de estar excusando. Ayudando en vez de pidiendo. Qué rico. Esto es vida. No importa cuál haya sido tu sueño o camino tronchado. Puedes tener un éxito permanente. Llevar tu vida como Dios manda. Esa victoria la puedes compartir, repartir y difundir. Un triunfo no solo para tí, tambien para tu gente, tu familia, tu Iglesia y tu país. Un legado cristiano para todos en tu vida que perdurará despues de la muerte. No esperes a estar recluído para querer llevar tu gente a caminar. No esperes a estar enfermo para compartir con tu gente. No esperes a no poder, para ayudar a los tuyos. Que más da.

 

             Te darás cuenta que lo único que de verdad importaba era tu gente y tu Dios. La carrera, los juguetes, las amistades, el vecindario y todo lo que arrastran, son efímeros. Con Cristo en tu corazón, tú y tu familia vivirán en paz. Luchando, pero en paz. Una calma que fue inculcada por tí. Un sosiego que durará eternamente y los marcará como hijos de nuestro Señor, así preservando una cadena gloriosa de alabanza para siempre. Eso es herencia. La belleza, la riqueza y los juguetes se van. Pero lo que hayas sembrado en un corazón, vive por siempre. Dímelo.

 

             Lucha por criar, lucha por tu hogar y lucha por tus cosas. Pero no olvides que lo realmente importante para tu gente es como le llenas el espíritu al igual que la barriga. Obséquiales valores del alma, no solo del bolsillo. Tu paseo por la vida puede que sea ardua y las gracias pocas, pero si riegas la Palabra por ese camino, viviras feliz y lleno. Porque preparastes a los tuyos para los caminos que ellos tendrán que transversar. “Es un soplo la vida”. Aprovéchala, vívela y gózala. Nuestra tierra está llena de sueños desgarrados y deseos sin concretar. Piénsalo. Mira a tu alrededor. Muchos no estamos donde pensábamos. Pero viviendo en Cristo estamos donde debemos estar.                            Luis Nieves Sánchez, SSN.

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