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La Primera Iglesia de Puerto Rico |
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PRECIO - Todo tiene su precio. Sé que revientas por impugnarme, pero piénsalo… tus deseos y tus anhelos, tus hijos y tu familia, tu trabajo y tu vecindario, tu pueblo y tu país y hasta tu fe, tienen su precio. Tus acciones y gestiones del pasado, del presente y las del futuro te limitarán o te liberarán de cargas y obligaciones que son las que de verdad mueven tu vida. Si crees que tu voluntad es la que controla tu mundo estás bien equivocado. El camino que has escogido, voluntariamente o involuntariamente, te obliga a cumplir y producir, te guste o nó. Un traspiés o una mala decisión te puede encadenar por vida, obligándote a vagar por laberintos, chocando con las puertas o dejando las uñas tratando de salir del hoyo. Ya me entienden. No hablo del valor monetario de un amor, ni de un hijo. Hablo del peso a veces intolerable que nos echamos encima por estar más pendiente a nuestros egos y antojos que a la maravillosa Palabra de nuestro Señor Jesucristo. Nuestra impaciencia, nuestra ignorancia y nuestra inexperiencia nos pueden encarrilar en rutas secundarias, más arduas y penosas de lo que tenían que ser. Estos desvíos en nuestras vidas nos pueden dejar tan perdidos que se nos puede olvidar hasta donde y porqué fue que empecamos. Los ejemplos son inumerables. Las decisiones de que hablamos no son complicadas. Las alternativas casi siempre son dos. Hacer lo correcto o nó. Si no quisiste poner cabeza en la escuela, si no fomentaste un clima armonioso en tu hogar, si tuviste cuatro muchachos antes del diploma, si tu soberbia harta a todos a tu alrededor, si te quejas hasta del pastor, si no te importa el bienestar de tu vecino, si el progreso de tus hijos es secundario, a tus placeres, si tus egos te condenan a una vida de crédito y apariencias, si tu pareja no te basta, si robas en vez de regalar, si abrazas a la brujería, si tus padres sólo fueron un vehículo no un regalo,si criastes cuervos, si tu patriotismo consiste en fanatismo político que reprime a tu pueblo, si vez a los viejitos como un estorbo, si haz sido despiadado y cruel, si destruyes en vez de construir, si oras por todo lo que quieres, si usas la Iglesia para promover tu agenda, si eres parte del problema en vez de la solución, y si no vives la Palabra de mi Señor Jesucristo vas a pagar un precio. Dirán algunos, “El amor de Dios es gratis. Mi Señor regala su amor.” Claro. El amor, la comprensión y la misericordia de Jesús no se venden. Pero hasta el amor inigualable de nuestro Salvador tiene su precio. Si de verdad gozas de la felicidad duradera de nuestro Padre, tienes la responsabilidad, la obligación y el mandato supremo de amar, respetar y cuidar de tus hijos, hermanos, familias y a tu pueblo. Llevar su Palabra a todos, vivir tu vida como ejemplo a los demás y guardar sus enseñanzas celosamente es lo que el Cristiano tiene que hacer. Aquellos que se creen que el camino del Señor tiene una sola dirección, los que se mencionaron arriba, los que prefirieron los atajos y terminaron perdidos por no seguir el trayecto que nos traza Jesús, para ustedes hay camino. Una ruta que se origina en el alma. Un sendero de ternura, devoción, honradez, decencia, compasión y piedad que llega hasta el cielo. Esos problemas que nos buscamos, que nos entorpecen una vida ya llena de dificultades y pruebas agotadoras, no son eternos. “No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista.” Tu salvación está siempre a la mano. Llevando una vida genuinamente cristiana, tenemos el poder de sobrellevar, vencer y aprender de nuestras transgresiones. Esa misma Palabra que ignoraste es la única que te ouede salvar y rejuvenecer. Así como mi Jesús resucitó, tú tambien tienes el poder de resucitar y volver a una paz que solo se consigue de manos del Todopoderoso. Nunca es tarde. Su misericordia es infinita y su paciencia asombrosa. Puedes vivir tu vida dándole con la cabeza a la pared. Y puedes seguir perjudicando a todos en tu vida. Pero el precio que tendrás que pagar por tu idioteces crece y crece. ¿Hasta cuándo seguirás porfiando a tu Creador y comprometiendote a tí y a los tuyos? No esperes a que te lllegue una calamidad por la cual no podrás pagar. No te endeudes moralmente y espiritualmente. Busca de Cristo hoy. Si no sabes cómo encontrarlo, recurre a tu Iglesia, la de tus padres, la del pueblo, la que sea, pero vé. Encontrarás que Jesús te estuvo esperando siempre y tus temores y excusas fueron infundadas. Y así entenderás que el verdadero gozo que buscabas viene sólo de vivir en uno con la Iglesia. Cada cabeza es un mundo y no se puede obligar a nadie. Pero los precios son enormes. La infelicidad, la carcel, el olvido, las venganzas, el divorcio, la bancarota, la infidelidad, los hijos malcriados y malpreparados, la corrupción, la locura, las familias despedazadas, las drogas, el alcohol, el hambre, las enfermedades, los ataques a tu Iglesia,y la destrucción de un pueblo son algunas de las plagas que te puede que te pueden afectar. Tu corazón te dictará tu comportamiento. Si estás dispuesto a pagar cualquier precio, que Dios te cuide. La vida puede cambiar de colores bruscamente y facilmente humillar a cualquiera. Piénsalo bien mi hermano. No es cosa de dinero pero… ¿ qué precio pagas tú ? Luis Nieves Sánchez, SSN.
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